Traducción de `“Hacklabs and Hackerspaces - Tracing two
genealogies” `__
de Maxigas, por maxpower. Corrección por stf, fauno y minitrue.
Liberado bajo la `Licencia de Producción de
Pares `__.
Introducción
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Resulta muy prometedor trazar la genealogía de los hackerspaces desde la
perspectiva de los hacklabs, ya que la relación entre estas escenas es
raramente discutida y en gran parte permanece inexplorada. Una
aproximación metodológica resaltará muchas diferencias y conexiones
interesantes que pueden ser útiles para las practicantes que busquen
nutrir y difundir la cultura de los hackerspaces y para las académicas
que buscan conceptualizarlos y entenderlos. En particular, los
hackerspaces han mostrado ser un fenómeno viral que puede haber
alcanzado el pico de su popularidad, por lo que mientras florece una
nueva ola de fablabs, gente como Grenzfurthner y Schneider (2009) han
comenzado a preguntarse sobre la dirección de estos movimientos. Me
gustaría contribuir a este debate sobre la dirección política y los
potenciales políticos de los hacklabs y hackerspaces, con un artículo
historiográfico comparativo y crítico. Mi interés principal está puesto
en cómo estas redes entrelazadas de instituciones y comunidades pueden
escapar al aparato de captura capitalista y cómo estas potencialidades
están condicionadas por un arraigo histórico en varias escenas e
historias.
Los hacklabs manifiestan algunas de las características de los
hackerspaces y, de hecho, muchas comunidades que están registradas en
http://hackerspaces.org también se identifican como “hacklabs”. Incluso
algunos de los grupos registrados no serían considerados como
hackerspaces “verdaderos” por la mayoría de los demás. De hecho, hay un
amplio espectro de términos y lugares con parecidos de familia, como son
los “espacios de coworking”, “laboratorios de innovación”, “media labs”,
“fab labs”, “makerspaces”, entre otros. No todos están basados siquiera
en una comunidad, sino que han sido fundados por actores del sistema
educativo formal o del sector comercial. Es imposible clarificar todo en
un artículo corto. Por lo tanto sólo consideraré aquí a los hacklabs y
hackerspaces comunitarios.
A pesar del hecho de que estos espacios comparten una misma herencia
cultural, algunas de sus raíces históricas e ideológicas son diferentes.
Esto resulta en una adopción un poco distinta de las tecnologías y una
sutil divergencia en sus modelos organizacionales. Históricamente
hablando, los hacklabs comenzaron a mediados de los ’90 y se
popularizaron a mediados de los 2000. Los hackerspaces comenzaron a
finales de los ’90 y se popularizaron en la segunda mitad de los 2000.
Ideológicamente hablando, la mayoría de los hacklabs se han politizado
explícitamente como parte de una escena anarquista/autonomista más
amplia, mientras que los hackerspaces, desarrollándose en la esfera de
influencia *libertarian*\ [1]_ del CCC (*Chaos Computer Club*), no se
definen necesariamente a sí mismos como abiertamente políticos. Mientras
que las que participan en ambas escenas consideran sus actividades
orientadas hacia la liberación del conocimiento tecnológico y sus
prácticas relacionadas, las interpretaciones de lo que significa
“libertad” divergen. Un ejemplo concreto de cómo estas divergencias
históricas e ideológicas se plasman, puede encontrarse en el estatus
legal de los espacios: mientras que los hacklabs suelen ubicarse en
edificios okupados, los hackerspaces se encuentran generalmente en
lugares pagando renta.
Este artículo consta de tres secciones distintas. Las primeras dos
secciones trazan la genealogía histórica e ideológica de los hacklabs y
los hackerspaces. La tercer sección unifica lo encontrado antes con la
intención de contraponerlo a las diferencias existentes desde un punto
de vista contemporáneo. Mientras que las secciones genealógicas son
descriptivas, la evaluación en la última sección es normativa,
preguntándose cómo las diferencias identificadas en el artículo se
juegan desde un punto de vista estratégico en la creación de espacios,
sujetos y tecnologías postcapitalistas.
Nótese que en la actualidad los términos “hacklab” y “hackerspace” son
usados en líneas generales como sinónimos. Al contrario de la
categorización actual, uso hacklabs en su sentido antiguo (el de los
’90) e histórico, con la intención de resaltar las diferencias
históricas e ideológicas que resultan en una aproximación diferente a la
tecnología. Esto no es un señalamiento lingüístico, sino que se trata de
un intento de permitir un entendimiento más sutil de los ámbitos y
prácticas en consideración. La continua evolución de estos términos,
reflejando los cambios sociales que han tenido lugar, se encuentra
registrada en Wikipedia. El artículo de Hacklab fue creado en 2006
(Wikipedia, 2010a), el artículo de Hackerspace en 2008 (Wikipedia,
2011). En 2010, el contenido del artículo Hacklab fue unido al artículo
de Hackerspace. Esta unión fue justificada en la correspondiente página
de discusión (Wikipedia, 2010b). Un usuario con el nombre de
“Anarkitekt” escribió que “nunca he escuchado o leído nada que implicase
que hay una diferencia ideológica entre los términos hackerspace y
hacklab” (Wikipedia, 2010b). Por lo tanto, el tratamiento del tema por
parte de las wikipedistas apoya mi planteamiento de que la proliferación
de los hackerspaces vino de la mano con un olvido de la historia que
intento recapitular aquí.
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:alt: Figura 1: Encuesta de registro de dominios de la lista de
hacklabs en hacklabs.org
Figura 1: Encuesta de registro de dominios de la lista de hacklabs en
hacklabs.org
Los Hacklabs
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El surgimiento de los hacklabs puede ser atribuido a un número de
factores. Para esquematizar su genealogía, nos centraremos aquí en dos
de sus contextualidades: el movimiento autonomista y el mediactivismo.
Se dará un recorrido simplificado y resumido de estas dos historias,
enfatizando elementos que son importantes desde el punto de vista de la
emergencia de los hacklabs. La cultura hacker, de no menor importancia,
será tratada en la posterior sección con más detalle. Una definición de
un artículo germinal de Simon Yuill señala las formas de pensamiento
básicas detrás de estas iniciativas (2008):
Los hacklabs son, mayoritariamente, espacios voluntarios que proveen
acceso público y gratuito a computadoras y a Internet. Usualmente
hacen uso de máquinas recuperadas y recicladas que corren GNU/Linux y
a la vez que proveen acceso a computadoras, la mayoría de los
hacklabs tienen talleres funcionando en un rango de temas que van
desde el uso básico de la computadora e instalación de software
GNU/Linux, hasta programación, electrónica y radiodifusión
independiente (o pirata). Los primeros hacklabs se desarrollaron en
Europa, usualmente surgiendo de tradiciones de centros sociales
okupados y media labs comunitarios. En Italia se les relaciona con
los centros sociales autonomistas y en España, Alemania y en los
Países Bajos con movimientos de okupación anarquistas.
Los movimientos autónomos surgieron del “shock cultural” (Wallerstein,
2004) de 1968, lo que incluyó una nueva ola de contestaciones contra el
capitalismo, tanto en su forma de Estado de bienestar, como en su
manifestación en el Este, el “capitalismo burocrático” (Debord, 1977).
Estaban vinculados concurrentemente con el levantamiento de las
subculturas juveniles. Estaban orientados principalmente hacia la acción
directa de masas y el establecimiento de iniciativas que buscaban
proveer una alternativa a las instituciones operadas por el Estado y el
Capital. Su característica formal más crucial fue la auto-organización
enfatizando la distribución horizontal del poder. En los ’70, los
movimientos autónomos jugaron un rol en la política de Italia, Alemania
y Francia (en orden de importancia) y en menor medida en otros países
europeos como Grecia (Wright, 2002). Las bases teóricas consistían en
que la clase trabajadora (luego a las oprimidas en general) podía ser un
actor histórico independiente ante el Estado y el Capital, construyendo
sus propias estructuras de poder a través de la auto-valorización y
apropiación. Se nutrieron del marxismo ortodoxo, del comunismo de
izquierda y del anarquismo, tanto en términos teóricos como en términos
de una continuidad histórica y de contacto directo entre estos otros
movimientos. El auge y caída de las organizaciones terroristas de
izquierda, que emergió de un contexto similar (como la RAF en Alemania o
las Brigadas Rojas en Italia), ha marcado un quiebre en la historia de
los movimientos autónomos. Después de esto, se volvieron menos
coherentes y más heterogéneos. Dos prácticas específicas que instauraron
las autonomistas son la okupación y el mediactivismo (Lotringer &
Marazzi, 2007).
La reapropiación de lugares físicos y de propiedades inmuebles tiene una
historia mucho más larga que la de los movimientos autónomos. Algunas
veces, como es en el caso de los asentamientos piratas descrito por
Hakim Bey (2003), estos lugares han evolucionado en ciudades como
“formas de vida” alternativas (Agamben, 1998). La escasez de viviendas
luego de la segunda guerra mundial resultó en una oleada de ocupaciones
en el Reino Unido (Hinton, 1988) lo cual tomó necesariamente un estatuto
político y produjo experiencias comunitarias. Sin embargo, la
especificidad de la okupación se basa en que la ocupación de casas es el
comienzo de una estrategia de reinvención de todas las esferas de la
vida, mientras se confronta con las autoridades y el “stablishment” más
comúnmente concebido. Mientras que muchas casas funcionaban como casas
privadas, centrándose en experimentar con estilos de vidas alternativos
o simplemente para satisfacer necesidades básicas, otras optaron por
jugar un rol en la vida urbana. Estas últimas fueron llamadas “centros
sociales”. Un centro social proveería espacio para iniciativas que
buscasen establecer una alternativa a las instituciones oficiales. Por
ejemplo, un *infoshop* sería la alternativa a un mostrador de informes,
librería y archivo, mientras que la “cocina de bicicletas” sería una
alternativa a los locales de venta y reparación de bicicletas. Estos dos
ejemplos muestran que entre las muchas instituciones a ser remplazadas
estaban incluidas tanto las que eran operadas por el Estado como por el
Capital. Por otro lado, los espacios okupados tanto temporalmente como
los más o menos permanentes servían como bases, y algunas veces líneas
de frente, de un conjunto de actividades de protesta.
Con el inicio del neoliberalismo (Harvey, 2007), las okupas tuvieron que
pelear duramente por su territorio, lo que tuvo como resultado las
“guerras okupas” de los ’90. Lo que estaba en juego en estos choques que
bloqueaban frecuentemente calles enteras, era el forzamiento al Estado y
el Capital a reconocer las okupaciones como una práctica social
medianamente legítima. Mientras que el allanamiento e ingreso a
propiedad privada continuaba siendo ilegal, las okupas recibían al menos
una protección legal temporal y las disputas debían ser resueltas en una
corte, usualmente tomando un largo tiempo para concluir. La okupación
proliferó en esa “área gris”. Se establecieron prácticas de refuerzo,
leyes okupas y marcos de trabajo en el Reino Unido, Catalunia, Países
Bajos y Alemania. Algunos de los centros sociales más poderosos (como el
EKH en Viena) y un manojo de escenas fuertes en algunas ciudades (como
Barcelona) lograron asegurar su existencia hasta la primer década del
siglo XXI. Los años recientes han visto una serie de golpes a las
últimas zonas de okupaciones populares, como la abolición de las leyes
de protección de okupas en los Países Bajos (Usher, 2010) y discusiones
sobre el mismo tema en el Reino Unido (Commons, 2010).
El mediactivismo se desarrolló por vías similares, sobre la base de una
tradición de publicaciones independientes. Adrian Johns (2009) aduce una
continuidad no sólo estructural sino también histórica en las prácticas
de las radios piratas de los ’60 y los conflictos de copyright
contemporáneos protagonizados por Pirate Bay. Desde un punto de vista
estrictamente activista, una contribución temprana muy importante fue
Radio Alice (en 1976) que emergió desde la escena autonomista en Boloña
(Berardi & Mecchia, 2007). Las radios piratas y su contraparte
reformista, las estaciones de radio comunitarias, florecieron desde
entonces. Sin embargo, rekuperar las frecuencias de radio era solamente
un primer paso. Como explica Dee Dee Halleck, las mediactivistas pronto
comenzarían a hacer uso de productos electrónicos caseros, como las
cámaras filmadoras que se encontraron disponibles en el mercado desde
finales de los ochentas en adelante. Organizaron la producción en
colectivos como *Paper Tiger Television* y la distribución en
iniciativas de bases como *Deep Dish TV* que se focalizaba en tiempo de
aire satelital (Halleck, 1998). El siguiente paso lógico eran las
tecnologías de la información y comunicación como las computadoras
personales –que aparecían en el mercado en ese mismo momento. Eran
diferentes a las cámaras filmadoras en el sentido de que eran una
herramienta de procesamiento de información para propósitos generales.
Con la combinación del acceso comercial a Internet, cambió el panorama
de la defensa política y las formas de organización. En la vanguardia de
las teorías y prácticas en desarrollo alrededor de las nuevas
tecnologías de la comunicación estaba el *Critical Art Ensemble*. Empezó
con trabajos en video en 1986, pero continuó con otras tecnologías
emergentes (Ensemble, 2000). Aunque han publicado exclusivamente
trabajos basados en Internet como *Diseases of the Consciousness*
(1997), su aproximación *táctica mediática* enfatiza el uso de la
herramienta correcta para el trabajo correcto. En 2002 organizaron un
taller en el *Eyebeam* de Nueva York, que pertenece a la escena más
amplia de hackerspaces. Las nuevas mediactivistas jugaron un rol en la
emergencia del movimiento de globalización-alternativa, estableciendo la
red *Indymedia*. *Indymedia* está compuesta por centros locales de
medios independientes y una infraestructura global que los mantiene
unidos (Morris, 2004). Enfocándose en publicaciones abiertas como
principio editorial, la iniciativa rápidamente unió e involucró a tantas
activistas que devino rápidamente una de las marcas más reconocidas del
movimiento de globalización-alternativa, lentamente cayendo a la
irrelevancia solamente a finales de la década. Más o menos paralelo a
este desarrollo, el movimiento *Telestreet* era encabezado por Franco
Berardi, también conocido como Bifo, quien estuvo involucrado en *Radio
Alice*, mencionada con anterioridad. *OrfeoTv* comenzó en 2002 y usaba
recibidores modificados de televisiones comerciales para transmisión
televisiva pirata («Telestreet: The Italian Media Jacking Movement»,
2005). Aunque la iniciativa *Telestreet* ocurrió a una escala mucho
menor que los desarrollos esbozados anteriormente, vale la pena
señalarla ya que las operadoras de Telestreet hicieron ingeniería
inversa en productos masivos de la misma manera que lo hacen las
hackers.
Siguiendo el ejemplo del Situacionismo con su idea principal de hacer
intervenciones en los flujos de comunicación como punto de partida, las
mediactivistas buscaban expandir lo que llamaban “interferencia
cultural” en una práctica popular enfatizando elementos folclóricos
(Ensemble, 2000). Similarmente a las iniciativas educacionales
proletarias de los movimientos de trabajadores clásicos –por ejemplo en
Burgmann (2005) en *Proletarian Schools*– este acercamiento puso en
primer plano los temas de acceso, regulación de frecuencia, educación
popular, políticas editoriales y creatividad de masas, todos los cuales
apuntaban a bajar las barreras para la participación de la producción
cultural y tecnológica conjuntamente con establecer una infraestructura
de comunicación distribuida para organizaciones anticapitalistas. Muchas
mediactivistas adherían a una versión de la teoría de la hegemonía
cultural de Gramsci, tomando la posición de que el trabajo cultural y
educacional es tan importante como desafiar directamente las relaciones
de propiedad. De hecho, este trabajo era visto como una continuación del
vuelco de esas relaciones de propiedad en el área de los medios, cultura
y tecnología. Esta tendencia a acentuar la importancia de la información
para los mecanismos del cambio social fue fortalecida por las
afirmaciones popularizadas por Michael Hardt y Antonio Negri de que el
trabajo inmaterial y lingüístico son el modo hegemónico de producción en
la configuración contemporánea del capitalismo (Hardt & Negri, 2002,
2004). En el punto extremo de este espectro, algunas argumentaban que
elementos decisivos de la política dependen de performances de
representación, usualmente mediatizadas, ubicando al mediactivismo en el
centro de la lucha contra el Estado y el Capital. Independientemente de
estas creencias ideológicas, sin embargo, lo que distinguía a las
practicantes mediáticas en términos de identidad es que no se veían a si
mismas simplemente como ajenas o proveedoras de servicios, sino como una
parte integral del movimiento social. Como demuestra Söderberg (2011),
las convicciones políticas de una comunidad de usuarias puede ser una
habilitadora usualmente menospreciada de creatividad tecnológica.
Estas dos tendencias entrelazadas se juntaron en la creación de los
hacklabs. Las okupas, por un lado, incrustadas en los flujos urbanos de
vida, tenían que usar infraestructuras de comunicación como el acceso a
Internet y terminales de acceso público. Las mediactivistas, por el otro
estaban frecuentemente emplazadas en una comunidad local, necesitaban
lugares para convocar, producir, enseñar y aprender. Como afirma Marion
Hamm cuando discute sobre cómo los espacios físicos y virtuales se
enredaron debido al uso de los medios electrónicos de comunicación por
parte de las activistas: “Esta práctica no es de una realidad virtual
como fue imaginada en los ’80 en tanto una simulación gráfica de la
realidad. Ocurre tanto en el teclado, como en los talleres técnicos, en
las calles y en centros mediáticos temporales, en carpas, en centros
socio-culturales y en casas okupadas.” (Hamm, 2003). Un ejemplo de cómo
convergen estas líneas es el *Ultralab* en *Forte Prenestino*, una
fortaleza okupada en Roma que tiene en Italia renombre por sus políticas
autónomas. Han declarado en su sitio web que el *Ultralab* es un “patrón
emergente” (AvANa.net, 2005), uniendo varias necesidades tecnológicas de
las comunidades apoyadas por el *Forte*. Las usuarias del centro social
tienen una necesidad compartida de una red de área local de computadoras
que conecte varios espacios en la okupación, de servidores para alojar
páginas webs y listas de mails de los grupos locales, de instalar y
mantener terminales de acceso público, de tener espacios de oficina para
los equipos gráficos y de prensa y finalmente de tener un lugar de
encuentro para compartir conocimiento. El punto de partida para este
desarrollo fue el cuarto de servidores de *AvANa*, que empezó como un
sistema de tablón de anuncios (BBS), eso es, un tablón de mensajes de
acceso telefónico en 1994 (Bazichelli, 2008, pp. 80-81). Como lo
recuerda la video activista Agnese Trocchi,
La BBS *AvANa* estaba esparciendo el concepto de Telemática
Subversiva: derecho al anonimato, acceso para todas y democracia
digital. La BBS AvANa estaba físicamente localizada en Forte
Prenestino, el más grande y viejo espacio okupado en Roma. Entonces
al final de los ’90 me encontré a mí misma trabajando con tecnología
y el espacio imaginativo que la misma estaba abriendo en las jóvenes
y enojadas mentes de las integrantes de las comunidades okupas, las
activistas y *ravers*. (Willemsen, 2006)
*AvANa* y *Forte Prenestino* se conectaron a la Contra Red Europea
(ahora en http://ecn.org), la cual conectaba varios centros sociales
okupados en Italia, proveyendo canales seguros de comunicación y
presencia pública electrónica resiliente a grupos antifascistas, el
movimiento *Disobbedienti* y otros grupos afiliados con las escenas
okupa y autónoma. Localizando los nodos dentro de las okupaciones tenía
sus desventajas, pero también proveía un cierto nivel de seguridad
física y política frente a las autoridades.
Otro ejemplo más reciente y de poca vida, es la *Hackney Crack House*,
un hacklab localizado en 95 Mare Street en Londres. Esta okupación
situada en una casa de estilo georgiana, estaba compuesta por un
edificio de teatro, un bar, dos niveles de espacios de vivienda y un
sótano que tenía un taller de bicicletas y espacio para un estudio
(Foti, 2010). El hacklab proveía una red de área local y un servidor
mediático para la casa y servía como un espacio de cacharreo para
aquellas inclinadas hacia la tecnología. Durante eventos como la *Free
School*, las participantes, incluyendo tanto a novatas absolutas como a
aficionadas más dedicadas, podían aprender a usar tecnologías libres y
de código abierto, seguridad de redes y pruebas de penetración. Las
actividades de todos los días iban desde arreglar aparatos electrónicos
rotos, pasando por la construcción de instalaciones de medios combinados
a gran escala, hasta jugar a juegos de computadora.
Las descripciones presentadas con anterioridad sirven para indicar cómo
los hacklabs surgieron de las necesidades y aspiraciones de las okupas y
mediactivistas. Esta historia arrastra una serie de consecuencias.
Primeramente, que los hacklabs encajaban orgánicamente en el *ethos*
anti-institucional cultivado por la gente en los espacios autónomos. En
segundo lugar, estaban incrustados en el régimen político de los
espacios y eran sometidos a las mismas formas de frágil soberanía
política que dichos proyectos desarrollaron. Tanto Forte Prenestino y
Mare Street han escrito y des-escrito formas de comportarse que se
esperaba que las usuarias siguieran. Esta última okupación había
promocionado “políticas de lugares más seguros”, declarando por ejemplo
que la gente que exhibía comportamientos sexistas, racistas o
autoritarios debiera esperar ser confrontada y si fuese necesario,
excluida. En tercer lugar, la lógica politizada de las okupaciones y mas
específicamente la ideología detrás del anarquismo apropiativo, tuvo
también sus consecuencias. Un centro social está designado a ser una
institución pública, cuya legitimidad yace en servir a su audiencia y
barrio, si fuese posible de mejor manera de lo que lo hacen las
autoridades locales, por lo cual el riesgo de desalojo es de alguna
manera reducido. Por último, el estado de okupación fomenta un ambiente
de complicidad. Consecuentemente, ciertas formas de ilegalidad son
vistas como al menos necesarias, o algunas veces hasta deseables. Estos
factores son cruciales para entender las diferencias entre hacklabs y
hackerspaces, que será discutida en la tercera sección.
Una rudimentaria encuesta basada en los registros a páginas (ver Figura
1), investigación de escritorio y entrevistas, muestra que los primeros
hacklabs fueron establecidos en la década circundante del cambio de
milenio (1995-2005). Su concentración en el sur de Europa ha sido
señalada por la organización de los *hackmitines* anuales en Italia, que
comenzaron en 1998. El *Hackmeeting* es un encuentro donde las
practicantes pueden intercambiar conocimiento, conocer su trabajo, y
disfrutar de la compañía de las otras. En Europa del Norte el *plug n’
politix*, organizado primero por *Egocity* (un cyber-cafe okupado en
Zurich, Suiza) proveyó un punto de encuentro para proyectos afines en
2001. Bajo el mismo nombre se estableció una red, a la que le siguió un
segundo encuentro en 2004 en Barcelona. Mientras tanto, Hacklabs.org
(difunta desde 2006) fue montada en el 2002 para mantener una lista de
hacklabs, vivos o muertos y proveer noticias e información básica sobre
el movimiento. Una revisión de las actividades publicitadas de los
hacklabs, muestra talleres organizados alrededor de temas como el
desarrollo de software libre, seguridad y anonimato, arte electrónico y
producciones mediáticas.
Las actividades de *Print*, un hacklab localizado en una okupación en
Dijon que se llama *Les Tanneries*, muestra el tipo de contribuciones
que surgieron de estos lugares. Las personas activas en *Print* han
mantenido un laboratorio de computadoras con acceso a Internet gratuita
para visitantes del centro social y una colección de componentes de
computadoras viejos que las concurrentes pueden usar para construir sus
propias computadoras. Han organizado eventos de distintos tamaños (de un
par de personas hasta mil) relacionados con el software libre, como una
fiesta para arreglar los últimos defectos restantes en el próximo
lanzamiento del sistema operativo Debian GNU/Linux. Además, han provisto
soporte de red y distribuido computadoras con acceso a Internet en el
“European gathering of Peoples’ Global Action”, un encuentro a nivel
mundial de activistas de base conectadas al movimiento de
globalización-alternativa. En una veta similar, han realizado varias
protestas en la ciudad llamando la atención hacia temas relacionados con
la vigilancia estatal y legislaciones de copyright. Estas acciones han
construido la tradición de montar instalaciones artísticas en varios
lugares dentro y alrededor del edificio, el ejemplo más chocante es el
grafitti enorme en el cortafuegos que dice “apt-get install anarchism”.
Es un broma práctica aludiendo a la manera en que los programas son
instalados en el sistema Debian, tan práctica que de hecho funciona.
Otro ejemplo del sur de Europa es *Riereta* en Barcelona, un hacklab que
okupando un edificio separado hace de anfitrión a un estudio de radio
manejado por mujeres. Las actividades ahí gravitan alrededor tres ejes,
software libre, tecnología y creatividad artística. Sin embargo, como
testimonio de la influencia del mediactivismo, la mayoría de los
proyectos y eventos están concentrados en producción mediática, como el
procesamiento en tiempo real de audio y video, transmitiendo y haciendo
campaña contra el copyright y otras restricciones a la distribución
libre de información. La lista de ejemplos podría fácilmente hacerse más
larga, demostrando que la mayoría de los hacklabs comparten ideas y
prácticas similares y mantienen vínculos con las políticas de
globalización-alternativa, espacios okupados y (el nuevo) mediactivismo.
En resumen, debido a su situación histórica en los movimientos
anti-capitalistas y las barreras de acceso a la infraestructura de
comunicación contemporáneas, los hacklabs tienden a focalizarse en la
adopción de redes de computadora y tecnologías mediáticas para usos
políticos, esparciendo acceso a desposeídos y la defensa de la
creatividad popular.
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:alt: Figura 2: cantidad de hackerspaces registrados en
hackerspaces.org
Figura 2: cantidad de hackerspaces registrados en hackerspaces.org
Los Hackerspaces
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Probablemente sea una observación acertada afirmar que los hackerspaces
están en el pico de su popularidad en este momento. Como mencionamos en
la introducción, muchas instituciones e iniciativas diferentes se llaman
a sí mismas *hackerspaces*. Por lo menos en Europa hay un núcleo de
proyectos más o menos comunitarios que se definen a sí mismos como
hackerspaces. Ya se describió el caso de los hacklabs, pero es meramente
un ejemplo del extremadamente amplio espectro político. Existen una
serie de variaciones habitando el mundo, como son los *fablabs*,
*makerlabs*, *telecottages*, *medialabs*, laboratorios de innovación y
espacios de *coworking*. Lo que distingue a los últimos dos del resto (y
posiblemente también de los *fablabs*) es que están armados en un
contexto institucional, ya sea una universidad, una compañía o una
fundación. La mayoría de las veces su misión es la de adoptar
innovaciones. Tales espacios tienden a focalizarse en resultados
concretos como proyectos de investigación o productos comerciales. Los
*telecottages* y *telehouses* están a la mitad del espectro. Están
típicamente financiados por fondos de desarrollo para mejorar a través
de las TICs las condiciones sociales y económicas locales. Incluso los
makerlabs son algunas veces gestaciones comerciales (como Fablab en
Budapest, que no debe confundirse con el Centro Autónomo Húngaro para el
Conocimiento mencionado anteriormente), basado en la idea de proveer
como servicio acceso a herramientas para compañías y personas
individuales. Los Fablabs pueden ser la nueva generación en la evolución
de los hackerspaces, focalizándose en la manufactura de proyectos de
construcción personalizada. Se les encuadra como una fábrica repensada a
partir de la inspiración del modelo de producción de pares (Bits &
Atoms, 2007). Lo que caracteriza a los hackerspaces (junto con la
mayoría de los fablabs) es que están armados por hackers y para hackers
con la misión principal de apoyar el hackeo.
Este es por lo tanto, el momento apropiado del artículo para centrarnos
en el aspecto social e histórico del fenómeno del hackeo. Esto no quiere
decir que los hacklabs (como lo indica su nombre) estén menos
involucrados en una tradición inspirada por hackers. Podría hacerse un
estudio separado dedicado al entrelazamiento de esos dos movimientos en
el movimiento del software libre. Sin embargo, ya que los dos
movimientos contribuyen en igual medida pero de distintas maneras, este
aspecto no será elaborado aquí en extensión ya que dicho contraste sería
difícil de reflejar. Por lo tanto se asume que mucho de lo que dice aquí
sobre cultura hacker y su influencia en el movimiento de hackerspaces
aplica igualmente a los hacklabs.
Los comienzos de la subcultura hacker están bien documentados. También
comienza, curiosamente, en los años ’60 y se esparce en los ’70, en
similitud a la historia del movimiento autónomo. De hecho, en algún
sentido puede ser considerada como una de las culturas juveniles que
Wallerstein atribuye al “shock cultural” de 1968 (Wallerstein, 2004).
Para no perdernos en la mitología, mantendremos la historia corta y
esquemática. Un semillero pareciese haber sido la cultura universitaria
personificada por el Laboratorio de Inteligencia Articial del MIT y
cultivada en media docena de otros institutos de investigación alrededor
de los EEUU. Otra fue la escena “phreaker” expresada en la revista de
corte yippie “TAP”. Mientras que los primeros se encontraban trabajando
en descubrimientos de ingeniería como las primeras computadoras y
sistemas operativos, o en redes precursoras a la Internet, estas últimas
hacían lo opuesto: hacían ingeniería inversa para obtener información y
tecnologías de comunicación, que en la época principalmente eran redes
telefónicas. En 1984 AT&T se separa en compañías más chicas (las “Baby
Bells”), pero no antes de que partes importantes de la red fuesen
apagadas por phreakers (Slatalla & Quittner, 1995; Sterling, 1992). El
mismo año supo ver el último número de *TAP* y el primer número de la
revista *2600*, aún activa. La cultura universitaria fue preservada en
el *Jargon File* en 1975 el cual todavía es mantenido (Steele & Raymond,
1996). Fue el inventor del cyberpunk, William Gibson, el que popularizó
el término *ciberespacio* en su novela *Neuromancer*. Inspiró por lo
tanto, la cultura cyberpunk que dio una completa (sino “real”)
*Weltanschauung* (visión del mundo) a la cultura hacker. La idea de un
futuro oscuro, donde la libertad sólo puede encontrarse en los márgenes
y las corporaciones gobiernan el mundo, llamaba tanto a las hackers de
universidad como a las phreakers. Las estrellas del underground
“phreaker” habían sido perseguidas por las autoridades legales por sus
bromas a los gigantes de la comunicación, mientras que Richard Stallman
(“la última de [la primer generación de] las verdaderas hackers” (Levy,
2001)) inventó el software libre en 1983 y estableció la lucha contra la
privatización creciente del conocimiento por parte de las corporaciones,
que podía verse en aquel entonces en la expansión de las demandas de
copyright de software, la proliferación de contratos de confidencialidad
y de compañías *startup*.
La historia de los movimientos hacker en Europa no ha sido tan bien
documentada. Una instancia importante es el *Chaos Computer Club*
fundado en 1981 por Wau Holland y otras integrantes del grupo editorial
del diario de una Zona Autónoma Temporal [2]_ en un edificio de Kommune
I, una famosa okupación autónoma (Anon, 2008). El Chaos Computer Club
salió a la luz en 1984. Las hackers pertenecientes al club se habían
transferido 134.000 marcos alemanes a través del sistema nacional de
videotex, llamado *Bildschirmtext* o BTX. La Oficina Postal tenía un
monopolio de facto en el mercado con este producto obsoleto y aseguraba
mantener una red segura inclusive después de haber sido notificados
sobre el exploit [3]_. El dinero fue devuelto al día siguiente en frente
de la prensa. Esto dio comienzo a la tumultuosa relación del Club con el
gobierno alemán, que dura hasta estos días.
En su estudio sobre la cultura hacker Gabriella Coleman y Alex Golub
plantean que hasta el momento esta subcultura manifiesta una versión del
liberalismo innovadora pero históricamente determinada, a la vez que en
sus múltiples tendencias expresa y explota algunas de las
contradicciones inherentes a la misma tradición política (2008). Se
concentran en tres corrientes de prácticas hackers: cryptolibertad,
software libre y de código abierto y underground hacker. Sin embargo, no
pretenden que dichas categorías agoten la riqueza de la cultura hacker.
Al contrario, en un artículo de opinión en el *Atlantic*, Coleman (2010)
explícitamente menciona que la escena de seguridad informática ha sido
sub-representada en la literatura sobre hackers. Las tres tendencias
identificadas en su texto difieren ligeramente de la clasificación que
sugiero aquí. La invención técnica y legal del proyecto de Stallman,
plantó al software libre como uno de los pilares del hackeo para las
próximas décadas. Los exploits de las phreakers abrieron un camino para
el underground hacker donde su carácter lúdico inicial se desarrolló en
dos direcciones, hacia las ganancias o hacia lo político.
En Europa, la postura del Chaos Computer Club allanó el camino para la
investigación independiente de seguridad informática. Todas aquellas
aproximaciones se concentraron en una interpretación específica de la
libertad individual, que entiende a la libertad como una cuestión de
conocimiento. Mas aún, a este conocimiento se lo considera producido y
circulado en una red de humanas y computadoras - en contraste directo
con la versión del liberalismo asociado con el individualismo romántico,
como lo observan Coleman y Golub. Por lo tanto, este es un liberalismo
anti-humanista tecnológicamente informado. Las hackers toman distintas
posturas dentro de estos parámetros, que algunas veces se complementan y
algunas veces se contradicen. La comunidad del software libre ve al
acceso universal al conocimiento como la condición esencial de la
libertad. El underground hacker ejerce el conocimiento para garantizar
la libertad de una persona individual o una facción. Las expertas en
seguridad informática de “sombrero gris” ven la divulgación total como
la mejor manera de asegurar la estabilidad de una infraestructura y por
lo tanto la libertad de comunicación. La divulgación total refiere a la
práctica de liberar información y herramientas que puedan revelar fallas
de seguridad al público. Esta idea surge de la tradición de las
cerrajeras del siglo XIX, quienes proponían que las mejores cerraduras
estén construidas sobre principios ampliamente comprendidos y no sobre
secretos: el único secreto, a ser guardado en privado, debiera ser la
llave misma (Blaze, 2003; Cheswick, Bellovin, & Rubin, 2003; Hobbs, C.,
& Fenby, 1868). La idea de que la libertad depende del conocimiento y
que a su vez el conocimiento depende de la libertad está articulada en
el aforismo hacker atribuido a Stewart Brand: “La información quiere ser
libre” (Clarke, 2001).
Durante el curso de la década de los ’90 el mundo hacker vio el armado
de instituciones que han seguido de pie hasta el día de hoy. A partir de
las tres sub-tradiciones que mencionamos antes han crecido distintas
industrias, dándole de comer a profesionales en pleno empleo,
trabajadoras precarias y a entusiastas. La *Electronic Frontier
Foundation* fue establecida en 1990 en los EEUU para defender y promover
los valores hackers a través de apoyo legal, trabajo político y
proyectos específicos en educación e investigación. Ocupa una posición
muy distinta, pero comparable con el Chaos Computer Club en Europa. Los
primeros discursos de la EEF como el de John Perry Barlow llamado
“Declaración de independencia del ciberespacio” que invoca la narrativa
de películas del lejano oeste sobre un territorio indígena propenso a
ser ocupado por el este civilizatorio. Está llena de referencias a los
Padres Fundadores y a la constitución Estadounidense (Barlow, 1996).
Conferencias, reuniones y campamentos refiriéndose a las tres tendencias
anteriores se volvieron extremadamente populares, similarmente a cómo la
industria del cine progresivamente se apoyó en festivales. El *Chaos
Communication Congress* desde 1984 es hoy en día el evento más
prominente en Europa, mientras que en EEUU, H.O.P.E. fue organizado en
1994 por la gente que rodea la revista 2600 y todavía se mantiene
fuerte. Los campamentos hackers fueron iniciados por una serie de
eventos en los Países Bajos y funcionan desde 1989. Estas experiencias
solidificaron y popularizaron al movimiento hacker y el deseo por
espacios hackers permanentes era parte de este desarrollo.
Como señaló Nick Farr (2009), la primer ola pionera de hackerspaces fue
fundada en los ’90, de igual modo que los hacklabs. *L0pht* se asentó en
1992 en el área de Boston como un club a base de membresías que ofrecía
un espacio físico compartido y una estructura virtual para un grupo
selecto de gente. Algunos otros lugares fueron comenzados en esos años
en los EEUU basados en este modelo “encubierto”. En Europa, *C-base* en
Berlín comenzó con un perfil más público en 1995, promoviendo el acceso
libre a Internet y sirviendo como un lugar común para varios grupos
comunitarios. Estos espacios de segunda ola “probaron que las hackers
podían ser abiertas sobre su trabajo, organizarse oficialmente, ganar
reconocimiento por parte del gobierno y respeto por parte del público
viviendo y aplicando la ética hacker en sus esfuerzos” (Farr, 2009). Sin
embargo, es con la actual tercera ola, que el número de hackerspaces
comenzó a crecer exponencialmente y que se desarrolló como un tipo de
movimiento global. Considero que el término hackerspaces no era
comúnmente usado antes de este punto y que el pequeño número de
hackerspaces que existían eran menos consistentes y todavía no habían
desarrollado las características de un movimiento. Notablemente, este es
el contraste con la narrativa de los hacklabs presentada con
anterioridad que aparecen como un movimiento político más consistente.
Varias fuentes (Anon, 2008) señalan una serie de charlas en 2007 y 2008
que inspiraron y continúan inspirando la fundación de nuevos
hackerspaces, sin embargo, la proliferación parece haber comenzado
antes. En 2007 Farr organizó un proyecto llamado “*Hackers on a
Plane*” [4]_, que llevó hackers de los EEUU al “Chaos Communication
Congress” e incluía un tour por los hackerspaces del área. Ohlig y
Weiler del hackerspace *C4* en Cologne dieron una charla innovadora en
la conferencia, llamada *Construyendo un Hackerspace* (Ohlig & Weiler,
2007). La conferencia definía los patrones de diseño de un hackerspace,
los cuales están escritos en forma de un catecismo y proveen soluciones
a los problemas más comunes que surgen durante la organización de un
hackerspace. Más importante aún, ha canonizado el concepto de
hackerspace e impuesto la idea de armar nuevos alrededor del mundo en la
agenda del movimiento hacker. Cuando la delegación estadounidense volvió
a casa, presentaron sus experiencias bajo el título programático
*Construyendo Hackerspaces en todos lados: tus excusas son inválidas*.
Aseguraban que “cuatro personas pueden empezar un hackerspace
sustentable” y mostraban como hacerlo (Farr & al, 2008). En el mismo año
se concretó el lanzamiento de hackerspaces.org, en Europa con
*Construyendo un movimiento internacional: hackerspaces.org* (Pettis,
2008) y también en agosto en el H.O.P.E. norteamericano (Anon, 2008).
Mientras que el dominio se encuentra registrado desde el 2006, el
*Internet Archive* vio la primera página web en el 2008 teniendo en
lista a 72 hackerspaces. Desde entonces las plataformas de comunicación
que provee el portal se volvieron un elemento vital en el movimiento de
hackerspaces, llevando el eslogan “¡Construye! ¡Une! ¡Multiplica!”
(hackerspaces.org, 2011). Una encuesta sobre la fecha de inicio de los
500 hackerspaces registrados muestra una tendencia de crecimiento desde
2008 (ver Figura 2).
Notablemente, la mayoría de estos desarrollos se centraron en las
características formales de los hackerspaces, por ejemplo cómo manejar
problemas y hacer crecer una comunidad. Enfatizaban un modelo de
membresía abierta para mantener un espacio común de trabajo que funcione
como un ambiente de producción cooperativo, socializante y de
aprendizaje. Sin embargo, los contenidos de las actividades que
transcurren en los hackerspaces también muestran una gran consistencia.
Las tecnologías usadas pueden ser descritas como capas de sedimentación:
las nuevas tecnologías ocupan su lugar junto a las viejas, las cuales no
se convierten en absolutamente obsoletas. En primera instancia, el hecho
de que las hackers colaboren en un espacio físico significó un
resurgimiento del trabajo en electrónica, que se unió con la tendencia
establecida de toquetear computadoras físicas. Un esbozo de las áreas de
investigación conectadas puede ser (en orden de aparición): desarrollo
de software libre, reciclaje de computadoras, redes en malla
inalámbricas, microelectrónica, hardware abierto, impresión
tridimensional, talleres de maquinaria y cocina.
A partir de esta línea del tiempo rudimentaria es evidente que las
actividades en los hackerspaces han gravitado alrededor de lo físico.
Podríamos extendernos en las trayectorias individuales de todas esas
áreas tecnológicas, pero aquí haremos foco en la microelectrónica. Esta
elección se debe a que la microelectrónica tuvo un rol principal en dar
el primer empujón a los hackerspaces, como se evidencia en la
popularidad de clases de electrónica básica y talleres de
microcontroladores programables en los programas de los hackerspaces más
jóvenes. La computación física fue esbozada por Igoe y O’Sullivan en
*Computadoras Físicas: sintiendo y controlando el mundo físico con
computadoras* (2004) y tuvo un gran impacto en toda la escena de las
computadoras. Este nuevo marco de trabajo en la interacción
humana-máquina subrayó la manera en la que la gente se comporta en
situaciones cotidianas usando todo su cuerpo y abrió el camino para la
investigación exploratoria a través de la construcción de aparatos
inteligentes. Al año siguiente O’Reilly Media comenzó a publicar la
revista *MAKE* que se focaliza en tecnología hagalo-usted-misma (DIY),
incluyendo tutoriales, recetas y comentarios. Entre las autoras se
encuentran muchas de las celebridades de la subcultura hacker. “La
primer revista dedicada a proyectos digitales, hackeo de hardware e
inspiración DIY. Fotografía aérea en barrilletes, estabilizador de
cámara de vídeo, lector de tarjetas de banda magnética y mucho más”
(Magazine, 2011). En Europa, Massimo Banzi y otras comenzaron a trabajar
en la invención del Arduino, una placa de microcontrolador programable
con un software de interface fácil de usar. Este sistema
microcontrolador “amigable” para las amateurs se convirtió en el sello
de los talleres de hackerspaces y de artistas e inició a toda una nueva
generación en el armado rápido de prototipos y trabajo electrónico. En
su conjunto la computación física proveyó un área teórica a ser
explorada y el Arduino se convirtió en su aplicación más popular,
mientras que la revista *MAKE* y medios similares facilitaron el
esparcimiento de los resultados de investigación. Queda abierto a
especulación cómo esta tendencia encaja en el marco más amplio de lo que
parece ser un cambio en las sensibilidades de la sociedad en su
conjunto. Si los ’90 estuvieron marcados por una preocupación por los
discursos y lenguajes, hoy en día se da predominancia a materialidades y
corporalidades.
El Centro Autónomo Húngaro para el Conocimiento en Budapest es un típico
hackerspace de la tercer ola. Fue fundado en 2009 después de una
presentación en el encuentro local de nuevas tecnologías, que a su vez
había sido inspirada por la presentación de hackerspaces en Berlin
(Stef, 2009). El lugar está compuesto por un espacio de trabajo, una
cocina, un cuarto de descanso y una terraza en un centro cultural
citadino que anfitriona ateliers para artistas junto a un bar y algunas
tiendas. La renta se cubre con el pago de las membresías y donaciones de
individuos, compañías y otras organizaciones. A las miembros les
corresponde una llave, mientras que las visitantes pueden averiguar
cuando está abierto el espacio gracias a un sistema de señales en tiempo
real que se llama *Hacksense*. Muestra el estatus del lab en su página
web, cuenta de twitter y una base de datos. Por lo tanto, las visitantes
son bienvenidas en cualquier momento, en especial a los eventos
anunciados que ocurren algunas veces cada mes. Estos incluyen tanto
encuentros y eventos comunitarios, como talleres prácticos,
presentaciones y cursos. Acorde a los lineamientos de diseño de
hackerspaces, se dan discusiones de orientación semanales los días
jueves, donde se toman decisiones basadas en un consenso aproximado. Los
hackatones son eventos especiales donde mucha gente trabaja en temas
anunciados por seis horas o un día entero. Estos eventos son
sincronizados a veces internacionalmente con otros hackspaces. Sin
embargo, la mayoría de las actividades transcurren en términos mas
adhocraticos, dependiendo del plan horario y capricho de las
participantes. Por esta razón, el canal de chat y el sitio wiki son
fuertemente usados para la coordinación, documentación y socialización.
Los proyectos pertenecen usualmente a uno o mas individuos, pero algunos
proyectos están “refrendados” por casi todas.
Entre los proyectos que se dan en el Centro Autónomo Húngaro para el
Conocimiento algunos son proyectos de puro software. Uno de estos casos
es *f33dme*, un lector de noticias basado en navegador. *f33dme* es un
proyecto popular en el hackerspace y mientras más gente lo adopta para
sus necesidades, se vuelve cada vez más robusto y más características se
le agregan en el tiempo. Aunque esto no tiene nada de nuevo comparado
con el modelo de desarrollo de software libre que se puede encontrar en
otras partes, el hecho de que haya una comunidad de usuarias
corporalizada ha contribuido a su éxito. También tienen “hardware hacks”
como el *SIDBox*, que está construido con el chip de música de una vieja
computadora Commodore C64, al que le añadieron una entrada USB y una
salida de mini-jack. Esto habilita a la usuaria a reproducir música
contemporánea usando el chip como una placa de sonido externa. Una
“esquina de hardware” siempre en expansión con partes electrónicas,
soldadores y multímetros facilita este tipo de trabajo. Las miembros son
trabajadoras precarias en TICs, investigadoras en compañías de seguridad
informática y/o estudiantes en los campos relacionados. Es un aspecto
significativo para la viabilidad del hackerspace que bastantes
integrantes del núcleo de miembros trabajan en horarios flexibles o sólo
trabajan ocasionalmente, así que durante algunos períodos tienen tiempo
para dedicarle al hackerspace. Algunas de las actividades tienen una
intencionalidad política directa, concentrándose mayoritariamente en
temas como datos abiertos, transparencia y privacidad. Es notable la
colaboración con grupos que hacen campaña en pos de los derechos de la
información en el Parlamento europeo y en países europeos, o ayudan a
periodistas a conseguir un conjunto de bases de datos de acceso público.
El hackerspace envía delegaciones que lo representan en eventos ante el
movimiento global de hackerspaces, como en el Congreso mencionado mas
arriba y en el *Chaos Communication Camp* y en algunos más pequeños como
el *Stadtflucht sojourn* organizado por Metalab, un hackerspace en
Vienna (Metalab, 2011).
En conclusión, la emergencia de hackerspaces está alineada con una
trayectoria más amplia en el movimiento hacker, que gradualmente ha
ganado más estructuras institucionales. El giro hacia lo físico
(principalmente a través del uso de microcontroladores) marcó el punto
en donde los hackerspaces se esparcieron, debido a que el desarrollo y
colaboración en ese tipo de proyectos es facilitada de gran manera
accediendo a un espacio compartido. Mientras que la mayoría de los
discursos y las innovaciones en la comunidad se han focalizado en la
forma organizacional más que en el contenido político de los
hackerspaces, esa definición menor más inclinada hacia el liberalismo,
permitió que el movimiento se esparza y forje conexiones en múltiples
direcciones sin perder su propio empuje: desde las empresas, pasando por
la sociedad civil hasta un público general.
.. figure:: images/colour-hacklabs-vs-hackerspaces.png
:alt: Figura 3: Las dos figuras previas superimpuestas en pos de la
clarificación.
Figura 3: Las dos figuras previas superimpuestas en pos de la
clarificación.
Hacklabs y Hackerspaces
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Habiendo marcado las genealogías paralelas de los hacklabs y los
hackerspaces, nos es ahora posible contrastar entre sí estos dos tipos
ideales y hacer algunas observaciones comparativas. Con la intención de
ser breves, solo algunos puntos serán señalados en esta sección.
Esperamos que esto clarifique más aún la diferencia entre labs y spaces
y provea criterios útiles para investigaciones posteriores.
En 2010 se presentó una ocasión interesante para hacer la comparación
directa entre el hacklab *Hackney Crack House* y el hackerspace Centro
Autónomo Húngaro para el Conocimiento. Tuve en ese momento experiencia
de primera mano en ver cómo de distintas maneras el hacklab y el
hackerspace desarrollaban y presentaban el mismo artefacto. El artefacto
en cuestión se llama *Burnstation*. Inclusive un breve bosquejo de las
diferentes direcciones en las que la *Burnstation* se desarrolló puede
servir para iluminar algunos puntos claves que se derivan de las
genealogías históricas y conceptuales que se mencionaron antes. La
*Burnstation* es un kiosko físico que le permite a la usuaria navegar,
escuchar, seleccionar y quemar a un CD o copiar a un USB archivos de
audio desde una base de datos de música (Cosentino & platoniq, 2011). La
*Burnstation* original fue inventada en el Riereta en Barcelona, que
empezó como un hacklab de focalización media en 2001 y que después se
institucionalizó en 2005, cuando recibió financiación por parte de las
autoridades locales –lo que significa que hoy en día es más un
hackerspace. Subrayando esta transformación también está registrado en
hackerspaces.org. Las abundantes variaciones de la *Burnstation* han
sido mostradas en público en distintos contextos de exhibición como
también han sido ampliamente usadas en hacklabs y hackerspaces.
Fotografías de cómo se veían la *Burnstation* original y sus dos
derivadas en algún momento del proceso de desarrollo se pueden ver en
las Figura 4 (Rama et al), Figura 5 (HCH) y Figura 6 (H.A.C.K.).
La diferencia más chocante entre las dos implementaciones recientes de
la *Burnstation* es que en la versión construida por la gente del
hacklab, el concepto fue alterado para que la colección de música
incluya en vez de material solamente bajo la licencia Creative Commons
que puede ser libremente distribuido, a una librería “vale todo”,
incluyendo muchos archivos que son ilegales de copiar. El mensaje fue
entonces radicalmente cambiado pasando del consumo y celebración de los
frutos de un nuevo tipo de régimen de producción, a uno que enfatiza la
piratería y la transgresión. La exposición pública de la instalación era
una declaración contra la *Digital Economy Act* que recién se
implementaba en el Reino Unido. Esta ley criminalizaba el compartir
archivos y amenazaba con suspender el acceso a Internet en los casos
donde los derechos de la propiedad intelectual fuesen violados (Reino
Unido, 2010). Por lo tanto la instalación promovía actividades ilegales
en directa oposición con las políticas estatales vigentes –lo que no era
tan controversial como suena, ya que las salas y exposiciones donde se
la mostraba estaban ellas mismas bajo una base legal frágil. En
contraste, la *Burnstation* desarrollada por el hackerspace apareció en
una exhibición del 300° aniversario del copyright en una institución
prestigiosa, mostrando prácticas y marcos legislativos alternativos a la
concepción tradicional de los derechos de propiedad intelectual.
Otro aspecto de la diferencia entre las dos instalaciones era evidente
en las soluciones para la interacción con el usuario. La versión del
hackerspace estaba basada en una versión actualizada del software y
hardware original: una interface web amigable corriendo detrás de una
pantalla táctil. La versión del hacklab, por otro lado, reimplementó el
software en un entorno “solo texto” y tenía un teclado pintado,
proveyendo una experiencia de navegación más arcana. Más aún, la
instalación exhibida estaba ubicada en un entorno temático pirata y la
computadora sólo podía ser alcanzada a través de una bañera inflable.
Las dos modalidades diferentes corresponden a las dos tendencias más
grandes en el diseño de interfaces: mientras que una apunta a una
experiencia mas transparente y suave, la otra monta barreras para
enfatizar la interfase de una manera lúdica. En conclusión, las miembros
del hackerspace crearon una experiencia alternativa que encajaba más
fácilmente en la concepción hegemónica de la propiedad intelectual y la
amigabilidad para la usuaria, mientras que el equipo del hacklab
desafiaba esas mismas nociones hegemónicas, poniendo en primer plano la
libertad y el deseo. Al mismo tiempo, se ve a primera vista que muchos
factores unen a los dos proyectos. Ambos grupos llevaron a cabo un
proyecto colectivo abierto a la colaboración y basándose en resultados
existentes de iniciativas similares, usando tecnología antigua y
componentes reciclados creativamente. En última instancia, ambos
proyectos se alejaron de una relación con la tecnología preconfigurada y
consumista. De distinta manera, sus intervenciones buscaron poner en
cuestionamiento las leyes de copyright en existencia.
.. figure:: images/image1maxigas1.jpg
:alt: Figura 4: Burnstation (Rama Cosentino platoniq). Festival de
Arte Emergente, 2011, Buenos Aires. Foto por Dianeth Medina.
Figura 4: Burnstation (Rama Cosentino platoniq). Festival de Arte
Emergente, 2011, Buenos Aires. Foto por Dianeth Medina.
En líneas generales, las elecciones tecnológicas hechas por los dos
tipos de espacios descritas anteriormente parecen estar condicionadas
por dos factores: el lineamiento histórico y el entorno
político-cultural. Desde que florecieron los hacklabs en el momento en
que el acceso a Internet e inclusive a computadoras era un recurso
escaso y la computación de escritorio con software libre no era trivial
de utilizar, su contribución en el área de acceso a la tecnología y las
redes era crucial. Más aún, su contribución al desarrollo tecnológico y
mensajes políticos (por ejemplo el caso de la red Indymedia) encajaba en
el patrón del movimiento de globalización-alternativa, mientras que
compartía algunas de sus mismas carencias. Similarmente, algunos años
después, los hackerspaces empujaron los límites de la tecnología
disponible en el momento, al adoptar y mejorar microcontroladores e
impresoras 3D. Al momento de escritura, estos son los únicos espacios
donde el público general puede acceder libremente y aprender sobre estos
dispositivos, aunque no está claro si estos se volverán tan ubicuos en
la vida diaria como las computadoras y las redes. La diferencia más
importante es que los hackerspaces no están incrustados y comprometidos
concientemente con un proyecto o idea abiertamente políticas. Por
supuesto que esto no previene que se emprendan proyectos políticos en
los hackerspaces. En el mejor de los casos, la ausencia de una ideología
abiertamente declarada puede potencialmente llevar a una difusión más
amplia del proyecto. En el peor de los casos, sin embargo, la falta de
una conciencia política lleva a la reproducción de las estructuras de
poder dominantes orientada hacia hombres blancos de clase media
aficionados a la tecnología, una afirmación a ser investigada más
adelante.
Un tema más abstracto para señalar las diferencias estructurales entre
hacklabs y hackerspaces es sus políticas y prácticas hacia la inclusión
y exclusión. Por un lado, la orientación autónoma o anarquista de los
hacklabs contrasta mucho con la orientación liberal o *libertarian* de
la mayoría de los hackerspaces. Por otro lado, ya que los hacklabs son
más integrales a un movimiento político mas amplio, los aspectos no
tecnológicos tienen un rol más grande en cómo son manejados. Un ejemplo
concreto es que mientras que el sexismo y comportamientos similarmente
ofensivos son vistos como razones legítimas para excluir a un individuo
de los hacklabs, en los hackerspaces esos temas son altamente
controversiales y son discutidos largamente en vano (como en Metalab) o
simplemente no se abordan (como en H.A.C.K.). Aún así, una conferencia y
discusión en el último *Chaos Communication Camp* mostró que aunque la
cultura hacker es todavía de una orientación abrumadoramente masculina,
se ha convertido en la última década cada vez más acogedora para mujeres
y minorías sexuales (Braybrooke, 2011).
Las diferentes prioridades de hacklabs y hackerspaces pueden ser
demostradas en sus políticas divergentes alrededor de la accesibilidad
para las personas con movilidad reducida. Mientras que el hacklab en
Londres descrito anteriormente no era accesible para estas personas, se
había construido una rampa en la casa para que sí lo sea. Las
discusiones sobre sesiones de entrenamiento abiertas abordaron el tema y
se planeó un cuarto de computadoras temporal en la planta baja. En una
veta similar, el hackerspace llamado Metalab en Vienna fue hecho
accesible y hasta se instaló un baño adaptado, que usaba regularmente
una visitante. Sin embargo, con el tiempo se decidió que el cuarto
oscuro remplazaría a ese baño, prácticamente excluyendo a la persona del
espacio. Un cambio similar ocurrió con la ducha, la cual fue tomada por
la expansión del taller de máquinas (Anon, 2011). Esto afectó a una
persona que prácticamente no tenía casa y que frecuentemente asistía al
espacio para jugar ajedrez. Estas decisiones muestran la reversión de
una excepcional disposición social y espacialmente inclusiva debido a un
foco puesto en la tecnología, de la mano con la primacía asignada a los
intereses colectivos en detrimento de las necesidades de las minorías.
Los hacklabs, especialmente si están en espacios okupados, tienen una
inclinación mucho menor a ese tipo de decisiones, en parte debido al
*ethos* del espacio público que viene usualmente con las okupaciones y
especialmente en centros sociales. Sin embargo, debe notarse que
mientras que la accesibilidad y la no-discriminación son bases legítimas
para el debate en los hacklabs y no necesariamente en los hackerspaces,
como muestran los ejemplos anteriores inclusive los hacklabs han hecho
poco progreso práctico en este asunto.
.. figure:: images/image2maxigas1.jpg
:alt: Figura 5: Instalación “Piratepond” del Hackney Crack House en
la exhibición *Temporary Autonomous Art* en Londres, 2011, que
incluye una *Burnstation*. La foto es de dominio público.
Figura 5: Instalación “Piratepond” del Hackney Crack House en la
exhibición *Temporary Autonomous Art* en Londres, 2011, que incluye
una *Burnstation*. La foto es de dominio público.
Finalmente, me gustaría señalar el impacto político de estas
constelaciones divergentes y preguntar hasta qué punto y en qué maneras
contribuyen y apoyan prácticas, movimientos y subjetividades
post-capitalistas. Los hacklabs dieron una ventaja tecnológica a los
movimientos políticos de base, siendo pioneros en el acceso a las
tecnologías de la información y comunicación y soluciones innovativas en
una era donde el acceso no estaba disponible a la mayoría de las
personas como un servicio para el consumo. Sin embargo, esas iniciativas
a menudo quedan estancadas en lo que podría llamarse un “gueto
activista” o un “underground”, lo que significa que inclusive el
proyecto de la *Burnstation* descrito anteriormente era accesible
solamente a un grupo social limitado. A través de un proceso que
Grenzfurthner y Schneider describen como cooptación capitalista de la
resistencia fértil inherente a esas escenas (2009), los hackerspaces se
las arreglaron para ir más alla de estos límites históricos y forjaron
conexiones importantes. Esto último, continua teniendo un efecto
duradero a través de los artefactos tecnológicos (tanto abstractos como
físicos) que crean, como también la innovación y lo que resulta más
importante, la educación que practican. El caso de las impresoras 3D,
que según Jakob Rigi pueden revolucionar los procesos de producción y
crear las condiciones para una sociedad basada en la artesanía más que
en fábricas, es solamente uno de los posibles casos (2011). Más aun,
gracias a sus dinámicas más abiertas, los hackerspaces pueden adoptar
colaboración entre un amplio rango de actoras sociales. Para la cultura
hacker que ha logrado en los últimos años catapultarse a sí misma a la
primera plana de los periódicos internacionales, resulta extremadamente
significativo haber adquirido una red global de espacios reales de
talleres que proveen infraestructura. En la atmósfera política actual,
dominada por una serie de crisis, esta escena muestra vitalidad y
dirección. Sin embargo, como dice el comando de superusuaria, “de gran
poder deviene gran responsabilidad”.
La apreciación de la historia no consiste en juzgar lo viejo y lo
muerto, sino que se hace para inspirar los esfuerzos presentes. Como
afirma *Théorie Communiste*, cada ciclo de luchas trae algo nuevo basado
en lo que pasó antes, expandiendo de esa manera los límites históricos
de las luchas (Endnotes, 2008). Quizás el potencial político de los
hackerspaces yace precisamente en el hecho de que no se han convertido
en un movimiento social y por lo tanto no se encuentran limitados por
las convenciones de los movimientos sociales. Se ubican en la
intersección entre la distopía del “taller paradisíaco geek”
(Grenzfurthner & Schneider, 2009) y la realidad utópica de los espacios
genuinamente contestatarios de alto impacto. Si más hackers pueden
combinar la productividad tecnológica del “imperativo manos-a-la-obra”
(Levy, 2001) y las amplias posibilidades de polinización cruzada
transversal de los hackerspaces con la crítica social de los hacklabs,
hay un mundo por ganar.
.. figure:: images/image3maxigas1.jpg
:alt: Figura 6: La Burnstation del “Hungarian Autonomous Center for
Knowledge”, exibida en KOPIRÁJT, OSA Archivum, 2010. Foto por eapo.
Licencia: CC BY-NC.
Figura 6: La Burnstation del “Hungarian Autonomous Center for
Knowledge”, exibida en KOPIRÁJT, OSA Archivum, 2010. Foto por eapo.
Licencia: CC BY-NC.
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.. [1]
No traducimos *libertarian* para no confundir con libertarias de raíz
anarquista. (Nota de la traducción.)
.. [2]
En referencia a las Zonas Autónomas Temporales de Hakim Bey. Ver
http://utopia.partidopirata.com.ar/zona_autonoma_temporal.html. (Nota
de la traducción.)
.. [3]
En el argot hacker, vulnerabilidad o falla explotable. (Nota de la
traducción.)
.. [4]
“Hackers en un avión”, probablemente por una película de acción
hollywoodense. (Nota de la traducción.)